Si te ha pasado que tienes toda la mañana pensando en lo que te dijo tu jefe, o el fin de semana te la pasaste reflexionando sobre lo que sucedió en la reunión con tus amigos y sientes que tu cabeza está a punto de explotarte. ¡Tranquilo! Estás pensando demasiado y eso puede tener consecuencias graves en tu sistema de salud.
Para ello, el Dr. Christopher Fowler, director de bienestar nos dice cuando estos pensamientos pueden convertirse en un problema.
Lo primero que hay que tener en cuenta sobre el pensamiento excesivo es que puede parecerse muchísimo a la resolución de problemas. Pero los dos son definitivamente distintos. “La resolución de problemas es cuando haces preguntas con la intención de encontrar una respuesta”, asegura el Dr. Fowler. “Pensar demasiado, por otro lado, es cuando te detienes en las posibilidades y todos los contras, sin ninguna intención real de resolver el problema. De hecho, es posible que ni siquiera exista uno.”
Ahora bien, ¿cómo sé si estoy pensando demasiado o no? Aquí las señales:
• Reflexionar sobre eventos o situaciones pasados.
• Repetir tus errores de forma mental.
• Repetir conversaciones desafiantes o incómodas.
• Fijarte en cosas que no puedes controlar, cambiar o mejorar.
• Imaginar el peor escenario o resultado.
• Dar seguimiento mental a tus preocupaciones desde el momento presente hacia un pasado inmutable o un futuro imprevisible.
• Enlistar todas tus acciones mientras intentas conciliar el sueño.
• Cuestionarte, pero nunca tomar una decisión o actuar.
¿Cómo te afecta pensar demasiado?
Si bien te puede parecer que pensar demasiado es sólo algo que sucede en tu cabeza, es más que eso. “Pensar demasiado puede afectar la forma en que experimentas y te relacionas con el mundo que te rodea, impidiéndote tomar decisiones importantes, evitando que disfrutes del momento presente y agotando la energía que necesitas para manejar el estrés diario”, asegura el Dr. Fowler.
Además, ya sea que estés obsesionado con el pasado o ansioso por el futuro, los patrones de pensamiento que son más destructivos que constructivos pueden afectar tanto tu salud mental como física, provocando ansiedad y depresión.
¿Qué puedo hacer para evitar esto?
1. No te obsesiones con dejar de pensar. Medita, concéntrate en tu respiración y si el pensamiento regresa, vuelve a concentrarte en tu respiración hasta que lo dejes ir.
2. Vive el momento, enfócate en lo que estás haciendo, lee un libro, limpia u ordena algo que hace mucho no ordenabas o limpiabas.
3. Escucha música que te relaje o realizar algún deporte que implique coordinación para que estés enfocado en ello.
*Con información de Hospital Houston Methodist
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